El precio de los alimentos se disparó en marzo y frenó el proceso de desinflación, uno de los pilares del plan económico de Javier Milei y principal argumento político para encarar el crucial año electoral.

Esta situación impacta en el poder adquisitivo de los sectores más vulnerable que destinan la mayor porción de sus ingresos a la compra de alimentos.

Los informes privados dan cuenta que los productos de la dieta básica tuvieron un fuerte salto el mes pasado, muy por encima del promedio del resto de los bienes y servicios.

Los principales incrementos se observaron en carnes, lácteos y panificados, lo cual impacta directamente en la base de la pirámide social.

Si bien el gobierno aplicó la motosierra en amplios sectores del gasto público, amplió las prestaciones sociales para atender en forma directa las necesidades básicas de la porción más relegada de la sociedad.

A los fuertes aumentos iniciales en planes como Asignación Universal por Hijo (AUH) o los planes Alimentar, luego se los actualizó por el alza del costo de vida con la intención que no pierdan poder adquisitivo.

En principio, esta política resultó beneficiosa ya que el precio de los alimentos corrió por debajo de la inflación general y por tanto se consolidó la disminución de la pobreza que se ubicó en 38,1%.

Pero la primera luz de alerta se encendió cuando el Indec informó que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero fue de 2,4%, por encima del 2,2% de enero. El desglose dejó otro número preocupante: los alimentos subieron ese mes 3,2%, 0,8 puntos por encima del promedio general.