El vino, arraigado en la cultura gastronómica argentina, tiene sus raíces profundas en la historia. Así, la viticultura en el país tiene sus raíces en la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, quienes introdujeron las primeras vides en el país.
Los primeros viñedos se establecieron en la región de Santiago del Estero, pero con el paso del tiempo, se descubrió que otras zonas del país tenían condiciones climáticas y geográficas más propicias para el cultivo de la vid. Una de estas regiones fue Mendoza, en el oeste argentino, que se convirtió en el epicentro de la producción de vino en el país.
A mediados del siglo XIX, inmigrantes europeos, especialmente italianos y españoles, trajeron consigo técnicas de vinificación y variedades de uva que contribuyeron significativamente al desarrollo de la industria vitivinícola argentina. Se expandieron las plantaciones y se mejoraron los procesos de elaboración del vino.
A lo largo del tiempo, la industria del vino en Argentina ha experimentado altibajos, pero ha logrado consolidarse como uno de los principales productores de vino del mundo. La región de Mendoza, en particular, es reconocida por sus viñedos de alta calidad, donde se cultivan variedades como Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot, Bonarda, entre otras.
Además de Mendoza, otras regiones vitivinícolas importantes en Argentina incluyen a Córdoba. La provincia, también conocida por su destacada producción vinícola, ofrece una amplia variedad de vinos tintos y blancos.
Reconocidos a nivel mundial, los vinos cordobeses, tales como el Malbec, Pinot Noir, Chardonnay y Merlot, han recibido premios notables. Desde su inclusión en la Ruta de los Caminos del Vino en 2009, la provincia se ha convertido en un destino atractivo para los «enoturistas» con 34 bodegas distribuidas en todo su territorio.
La ruta del vino cordobesa
Las regiones de Norte y Noroeste de Córdoba albergan bodegas como El Gredal, Jairala Oller y Familia Robledo Balzarini, conocidas por sus exclusivos blends con paso por barricas de roble, otorgándoles un sabor distintivo.
Foto Gentileza: Juan M. Pucheta
El traslado entre las siguientes regiones ofrece opciones como colectivos interurbanos, urbanos o taxi, siendo esta última la alternativa más costosa. Cada área de la provincia ofrece una experiencia única:
Norte y Noroeste de Córdoba: Se destacan bodegas como El Gredal, Jairala Oller y Familia Robledo Balzarini, reconocidas por sus blends con seis meses de añejamiento en barricas de roble, otorgándoles un sabor distintivo.
Ciudad de Córdoba: Aquí se encuentra Bodega Slow Wines, una de las seis bodegas urbanas reconocidas en el mundo.
Punilla: Las bodegas Nébula, Finca Las Coszuelas y Finca La Marta ofrecen variedades como Malbec, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc y Gewürztraminer, una uva blanca de origen alemán.
Traslasierra: Esta región alberga bodegas como Noble San Javier, La Matilde, Aráoz de Lamadrid, Viarago, San Ramón, Las Breas, Piedra Mora, Kirton y otras que complementan sus visitas con servicios de hospedaje y gastronomía regional, incluyendo el Museo de la antigua bodega Villa Dolores.
Sierras Chicas: Entre las montañas de Sierras Chicas, se encuentran bodegas como La Caroyense, Terra Camiare, Chacra de Luna, Rosel, Di Candi y Don Fabio, siendo el Festival Nacional de la Uva y el Vino una de las actividades más populares.
Calamuchita: En esta región se ubican bodegas como Las Cañitas, Familia Furfaro, Vista Grande, Finca Atos, Sineres, Juana Urbana, Puduam, Río del Medio, Alma Minera, Champagnera San Lorenzo y Finca Las Acacias, donde las vistas panorámicas destacan enmarcadas por las montañas.