El Sol está listo para alcanzar su punto álgido de actividad en 2024, un año antes de lo previsto según la nueva estimación del Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de Estados Unidos. Este cambio inesperado tiene implicaciones significativas para satélites y redes eléctricas, que ahora deben prepararse para un aumento repentino de manchas solares.
El máximo solar es la fase del ciclo en que la actividad alcanza su punto más alto. Se mide por la frecuencia e intensidad de las manchas solares visibles en la superficie del Sol. Estas manchas están relacionadas a su vez con las erupciones solares y las eyecciones de masa coronal (explosiones masivas de plasma desde la corona del Sol hacia el espacio).
El Sol tiene ciclos de actividad de unos 11 años. Esto significa que cada ese tiempo, la actividad solar aumenta y luego disminuye. Durante el máximo solar, el Sol tiene más cantidad de manchas solares, que pueden observarse con telescopios como regiones oscuras en la superficie del Sol. Como consecuencia, también aumenta la liberación de energía electromagnética y las partículas cargadas que pueden llegar hasta la Tierra y dañar satélites y las redes eléctricas.
La nueva predicción sitúa el máximo solar entre enero y octubre de 2024 con un número máximo de manchas solares de 137 a 173
Actualmente, nos encontramos en el ciclo solar 25, que comenzó a finales de 2019, cuando el Sol entró en el mínimo solar. Las primeras previsiones, teniendo en cuenta esa fecha y la duración típica del ciclo solar, apuntaban a que el máximo solar se produciría en 2025. Sin embargo, el aumento de actividad, y mayor presencia de manchas solares, observado en el Sol a lo largo de 2023 provocó que se tuviese que analizar de nuevo la estimación. Todo apunta a que 2024 será el año del máximo solar.
¿Cómo nos afecta el aumento de las manchas solares?
El máximo solar afecta a la Tierra y a la vida de varias maneras. La principal consecuencia es que aumenta la actividad solar, lo que puede provocar:
Cambios en el clima: las manchas solares pueden reducir la luz solar que llega a la Tierra, lo que puede causar un enfriamiento global temporal. Mientras que las llamaradas solares perturban la capa de ozono y aumentan la radiación ultravioleta que llega a la Tierra. Esto puede tener un impacto en el clima, la agricultura y la salud humana.
Daños a los sistemas tecnológicos: las llamaradas solares liberan una gran cantidad de radiación electromagnética, incluidos rayos X y rayos gamma. Esta radiación puede dañar los componentes electrónicos de los satélites o generar apagones masivos, ya que produce corrientes eléctricas inducidas en los cables.
Los satélites y las redes eléctricas están diseñados para soportar cierto nivel de radiación electromagnética y partículas cargadas. Sin embargo, las llamaradas solares más intensas pueden superar este nivel de tolerancia y causar daños.
Auroras más intensas: las partículas cargadas de las llamaradas solares son las que producen esas luces en el cielo. Cuanta más cantidad de ellas lleguen a nuestra atmósfera, más intensas serán las luces.
Aún así, hay que aclarar que las llamaradas solares han ocurrido desde siempre y no representan ninguna amenaza directa para la vida en la Tierra, ya que interactúan principalmente con las capas más altas de la atmósfera. Pero sí pueden traer algunas complicaciones en el funcionamiento de nuestra tecnología.